"El fracaso de la hulega es una lección del estudiantado", La Mañana, Montevideo, 2 de abril de 1936. Imagen cedida por Marcia González

El movimiento estudiantil uruguayo desde la perspectiva de La Mañana durante el «terrismo»

El golpe de Estado de Gabriel Terra en marzo de 1933 marcó un quiebre en las relaciones entre la Universidad y el poder político. El gobierno dictatorial implementó una serie de medidas que revirtieron algunos logros de las décadas anteriores, como la representación estudiantil, y reforzaron la dependencia del poder Ejecutivo. No es de extrañar, por tanto, que la Universidad se convirtiera en uno de los principales centros de oposición política al régimen. En particular, los estudiantes nucleados en la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) se movilizaron intensamente en defensa de los fueros y la autonomía universitaria. 

La sanción de una nueva ley orgánica universitaria, que retaceaba la autonomía, provocó acaloradas reacciones entre los universitarios. Mientras buena parte de las autoridades universitarias lideradas por el decano de la Facultad de Derecho Dr. Emilio Frugoni nombraba una comisión para elaborar un proyecto de Ley Orgánica alternativo, la FEUU se lanzó a una huelga general, que fue acompañada de manifestaciones callejeras, bajo el lema “Abajo la intervención”. 

Apenas un poco más tarde, el gobierno presentó un proyecto de ley que separaba a la Sección Secundaria y de Preparatorios de la órbita universitaria. En un contexto de crecimiento de la matrícula de los estudiantes de secundaria, que pasó de 7.718 inscriptos en 1927 a 11.343 en 1935, se consideraba necesario separar al alumnado y a los profesores secundarios de las “perniciosas” influencias de la Universidad. Esa intencionalidad política fue el centro de la polémica entre el oficialismo y el frente opositor universitario e incluso partidario. En ese contexto, entre 1935 y 1936, la FEUU convocó a un nuevo ciclo de movilizaciones y huelgas. 

La Mañana órgano de prensa de la fracción colorada riverista y soporte del régimen «terrista», registró minuciosamente las movilizaciones estudiantiles. En varios editoriales, sus redactores expresaron su apoyo a las reformas gubernamentales, negando que se estaba recortando la autonomía o los fueros universitarios, tal como afirmaban las autoridades de la Universidad y los estudiantes. También se ocupó de los episodios de protesta, particularmente de las tres huelgas estudiantiles, aunque sin aludir en forma directa a la FEUU. Se destaca la pobreza en la descripción de los sujetos y sus acciones concretas, y, por el contrario, la riqueza de los adjetivos y calificaciones orientadas a deslegitimar las movilizaciones de los estudiantes. 

Así, por ejemplo, en marzo de 1934 La Mañana señaló que “los centros universitarios, adversarios desde el 31 de marzo del nuevo gobierno y que sostienen la bandera legitimista han organizado una protesta ruidosa contra la ley orgánica de la Universidad […] La autonomía de la Universidad no ha sido violada ni menguada por la nueva ley […] Lo demás son pretextos, que disimulan una acción netamente política de la parte del alumnado que organiza la protesta”.

La condena de La Mañana no se limitaba a los fundamentos de la huelga sino también a la acción en sí y el efecto pernicioso de la política en la vida universitaria. Distinguía así entre dos tipos de estudiantes: una minoría huelguista movida por el “espíritu de desorden y subversión” y una mayoría que deseaba continuar con sus “obligaciones” y “deberes” estudiantiles. Insistía también en la diferencia entre el estudiantado de la Sección de Secundaria y de Preparatorios respecto a sus pares universitarios “donde los elementos del viejo régimen y algunos desheredados comunistas con estos, en ínfima minoría, han quedado desprovistos de toda protesta decorosa […].” La movilización estudiantil era para el diario colorado “un índice elocuente del espíritu de desorden y subversión que perturba desde hace tiempo la marcha regular y la acción fecunda del claustro universitario”. 

Asimismo, advertía sobre la influencia de agentes externos sobre el estudiantado, quienes  eran calificados de “politicastros”, “demagogos” u “opositores al régimen”, en ocasiones aludiendo explícitamente a batllistas, nacionalistas independientes y elementos comunistas y de “extrema izquierda”. 

Tras el final de la huelga, La Mañana manifestó su satisfacción ante lo que consideró un triunfo de la juventud que sabía cumplir con su “deber”:

«Los partidos políticos opositores al régimen actual, ya sea por intermedio de notorios elementos desplazados de las posiciones públicas el 31 de Marzo, o valiéndose de los órganos de su prensa adicta, han tenido otra vez la desdichada ocurrencia de inmiscuirse en la vida estudiantil, fomentando un movimiento huelguístico cuyo resultado práctico ha constituido, finalmente, el más rotuno y formidable fracaso (…) los estudiantes que se han vuelto a pronunciar, negativamente, y en forma incontestable, con respecto a esas maniobras de emboscados que tienden a destruir el orden habitual de las aulas universitarias».

Ni el gobierno, ni La Mañana se equivocaban en acusar al movimiento estudiantil de llevar la política al ámbito universitario. Los representantes estudiantiles tampoco lo negaban. La diferencia de perspectiva radicaba en que mientras los primeros consideraban perniciosa la acción política en los centros estudiantiles, los segundos entendían que esta era parte consustancial del debate universitario. Después de todo, para el movimiento estudiantil uruguayo la Reforma universitaria, heredera de su propia trayectoria y del Movimiento de Córdoba de 1918, vinculaba necesariamente la defensa de la autonomía universitaria con el deber de incidir en las transformaciones sociales del país.

 

Este artículo de Marcia González proviene de un trabajo realizado en el marco de un curso sobre movimientos estudiantiles en la Maestría de Historia Política de Udelar, dictado por Gabriela González y Vania Markarian como resultado del proyecto de investigación sobre ciclos de protesta estudiantil llevado acabo desde el AGU en 2020 y 2021.

 

Fuentes 

La Mañana, Montevideo, marzo de 1934.

La Mañana, Montevideo, 22 de octubre a 31 de diciembre de 1935. 

La Mañana, Montevideo, abril de 1936.

 

Bibliografía consultada

Inclan Oseguera, María de la Luz, “A la sombra de Sidney Tarrow. Conceptos básicos para el estudio de los movimientos de protesta”, Política y gobierno, vol. XXIV, N.° 1, 2017, pp. 189-212. 

Maronna, Mónica, “La dictadura y enseñanza Secundaria”, Oribe Cures, et. al., El Uruguay de los años treinta. Enfoques y problemas, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1994, pp. 159-188. 

París, Blanca. La Universidad de la República desde la crisis a la intervención, 1958-1973, Montevideo, Udelar, 2010.

Tarrow, Sidney, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza Editorial, 1994.

Van Aken, Mark, Los militantes. Una historia del movimiento estudiantil universitario uruguayo, Montevideo, Fondo de Cultura Universitaria, 1990.