Los maestros, las misiones socio-pedagógicas y la Udelar
En los últimos días las escuelas rurales han sido el centro de atención, luego del anuncio de que las clases se retomarán en algunas de estas instituciones a fines de abril. La educación en el medio rural representa un capítulo importante en la historia educativa del país y, si bien se trata de una historia protagonizada por maestras, maestros, niñas, niños y comunidades rurales, la Udelar, así como colectivos de universitarios han jugado un papel de colaboración en su desarrollo.
La educación en contextos rurales ha presentado múltiples desafíos a lo largo del tiempo. Las grandes distancias y el aislamiento llevaron a desarrollar diversas estrategias de comunicación y colaboración entre maestros y escuelas; el número de alumnos obligó a desarrollar estrategias didácticas y de organización del dispositivo escolar que con el tiempo resultaron novedosas y relevantes para pensar cambios más generales en el sistema educativo. La relevancia que tuvieron como agente estatal en algunos contextos hizo que se volvieran centros de referencia para variados asuntos sociales y productivos. Esta compleja historia hace de la escuela rural un espacio de confluencia de saberes y experiencias asociados a la búsqueda de mejoras y alternativas ante necesidades muchas veces acuciantes.
En este contexto queremos recordar a las misiones socio-pedagógicas como un ejemplo en este sentido. Fue una experiencia que comenzó en el año 1945 como una iniciativa de la Asociación de Estudiantes Magisteriales con el propósito de disminuir el aislamiento en que se encontraban las escuelas rurales y atender la situación de miseria de los rancheríos en la campaña. El maestro Julio Castro fue el encargado de acompañar al primer grupo de estudiantes del Instituto Normal a Caraguatá, Tacuarembó. Luego describió su experiencia en una serie de artículos que comenzaron a aparecer el 13 de julio de 1945 de Marcha.
Para comprender un poco mejor el contexto de la época en la que se tomó esta iniciativa, compartimos la película “Cómo estudian y trabajan los niños del campo”, producida por la Sección Fonografía y Cinematografía Escolares del Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal en el año 1941. Aquí, José Pedro Puig registra el trabajo de niños en varias escuelas granja, como la Escuela N° 17 de San José que en el momento estaba a cargo del maestro Carlos Gamboa. La película fue trasladada en 2018 al Laboratorio de Preservación del Archivo General de la Universidad para su inspección y digitalización. «Cómo estudian y trabajan los niños del campo» estaba en un estado crítico de deterioro y desde el LAPA se realizó el acondicionamiento físico que permitió su digitalización en un escáner cuadro a cuadro en calidad 4k y procesado a 2k. Actualmente la Escuela Nº 17 de San José lleva el nombre de Abner Prada, quien fuera su director algunos años después de filmada la película. Prada formó parte del movimiento que impulsó la educación rural en Uruguay y en otros países de América Latina.
Las Misiones Sociopedagógicas, con antecedentes en México y en España, tuvieron su auge en Uruguay en la década de 1950. Entre 1951 y 1953 se sumaron a la iniciativa algunas asociaciones estudiantiles universitarias con el propósito de llevar el apoyo universitario a los medios más postergados y alejados de la capital: primero fueron las de medicina y derecho y apenas un poco después se sumó la Asociación de Estudiantes de Agronomía. La experiencia acumulada por los jóvenes universitarios en estos años se trasladó a las labores extensionistas que impulsó la Universidad a partir de 1956, momento de creación de la Comisión de Extensión y Acción Social, intensificándose en los años siguientes a través de múltiples iniciativas, como parte del impulso reformista que tuvo su auge tras la aprobación de la Ley Orgánica en 1958.
En la edición número 2 de Tribuna Universitaria (julio de 1956) se puede leer Las misiones sociopedagógicas en los rancheríos rurales de Orlando Rojas. En el artículo se detallan las características de los rancheríos y se destaca la importancia de la participación de la Universidad en su transformación: “La Universidad de la República y toda institución de formación técnico-profesional cuyo sostenimiento exige de la sociedad fuertes contribuciones, adquieren la primordial obligación de extender los beneficios de su técnica y de su cultura a las capas sociales cuyo bajo nivel de vida y escasas posibilidades de superación, exigen esos servicios en forma permanente e intensiva”.
Pese a estas experiencias de colaboración, la formación de maestros se desarrolló en instituciones específicas, fuera de la Universidad. Sin embargo, esto no impidió -como algunas veces se cree- que universitarios y maestros compartieran diversas experiencias y proyectos. Muchas trayectorias personales muestran el pasaje por distintas instituciones del sistema educativo, tal como se refleja en las fichas de Historias Universitarias de Clotilde Luisi y Tomás Claramunt, dos maestros que tuvieron actuación también en la Udelar.
Luisi abrió el camino en el ámbito académico para muchas mujeres: fue la primera mujer en recibirse de abogada en Uruguay, la única en participar del primer Congreso Internacional de Estudiantes Americanos celebrado en Montevideo y la primera directora de la Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria de Mujeres (comúnmente llamada Universidad de la Mujer).
Claramunt por su parte ejerció como maestro, se desempeñó como director en centros de enseñanza secundaria y fundó la Escuela Nacional de Comercio, que dirigió hasta poco antes de su muerte y que fue el origen de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración.
En estas horas, desde el AGU compartimos algunas puntas para pensar las particularidades de la educación en el medio rural y las relaciones que históricamente se construyeron entre distintas instancias del sistema educativo. Desde nuestras tareas de conservación del patrimonio documental y de investigación histórica, buscamos contribuir al debate público.