Empecemos diciendo que no hay un archivo que dé cuenta de toda la rica historia del activismo estudiantil en Uruguay. De las primeras organizaciones apenas tenemos un puñado de valiosísimas publicaciones que nos permiten conocer sus posturas y esfuerzos. Evolución, la revista de la Asociación de Estudiantes de Montevideo, es una buena ventana a esos pioneros que organizaron el Primer Congreso Internacional de Estudiantes Americanos en nuestra ciudad en 1908. La vieja Federación de Estudiantes del Uruguay (FEU) continuó esa publicación pero le imprimió un marcado énfasis cultural. De esta “FEU de la Cumparsita” se conoce también la partitura y la carátula del famoso tango que Gerardo Matos Rodríguez compusiera en su sede, hoy conservada en el Museo y Centro de Documentación de la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU). A su vez, el renacimiento estudiantil marcado por el influjo de la revuelta de Córdoba en nuestro medio puede rastrearse en las revistas de los centros de estudiantes de medicina y derecho, El Estudiante Libre y Ariel, respectivamente. Además de las colecciones en papel disponibles en diversas bibliotecas del país, hoy es posible consultar todas esas publicaciones en el repositorio digital de Anáforas.
Pero lo cierto es que ninguna de estas viejas asociaciones estudiantiles conservó un archivo institucional integral. Quien quiera reconstruir sus historias debe partir de esas revistas para buscar luego otros rastros documentales dispersos. Resulta más llamativo que algo similar se aplique también a la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), dado que, a diferencia de esos esfuerzos precedentes más o menos efímeros, ésta celebra hoy 92 años de vida.
Hace ya casi tres lustros, cuando emprendimos uno de los primeros proyectos de investigación histórica del AGU, debimos buscar documentación sobre algunos aniversarios importantes de nuestra casa de estudios que incluían a los estudiantes como actores principales. Con cierta sorpresa, nos topamos entonces con esa situación de extrema dispersión y escasez. Uno de los pocos lugares a los que pudimos recurrir fue la Unidad Polifuncional sobre Problemas Universitarios (UPPU), un servicio de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Udelar donde aún se alojan varias donaciones de personas que conservaban materiales relativos a la historia de la educación superior en el país, incluyendo el activismo estudiantil.
Pronto entendimos que aún quedaba mucho en manos de privados. Se trataba de documentación de indudable valor patrimonial y notorio interés público, por lo que era claro que debía estar abierta a todos los interesados. En aras de revertir esa sostenida privatización de acervos de interés público, muchas veces debida a la ausencia de políticas sistemáticas a nivel estatal, emprendimos desde el AGU una campaña para detectar esos documentos y ofrecer condiciones para su preservación a largo plazo.
Hablamos en primer lugar con dirigentes de la FEUU de ese entonces, que rápidamente manifestaron su interés en ceder en custodia la documentación que guardaban en su local. Lo que podríamos llamar “archivo institucional” de la FEUU son 36 cajas de documentos que están ahora completamente accesibles en nuestra sede (o lo estarán cuando mejoren las condiciones sanitarias). El grueso de lo remitido se concentra en las décadas de 1940 a 2010, con un fuerte énfasis en el período posterior a la transición de vuelta a la democracia en los años ochenta y noventa del siglo pasado y el arranque del XXI. Supimos desde un principio que esos casi cuatro metros de documentación que seguimos alojando en nuestros anaqueles eran sólo una muestra muy pequeña, dispersa y conservada de modo aleatorio del total de lo seguramente producido y acopiado por la Federación a lo largo de su historia.
Esto nos llevó a emprender una campaña para captar donaciones particulares, dando origen a la colección Trayectorias Universitarias que al día de hoy incluye dos decenas de donantes que pasaron en algún momento por el movimiento estudiantil. El volumen es similar al archivo de la FEUU: ocupa unos cuatro metros de estante en nuestros depósitos. La colección incluye algunos documentos de la década de 1920 pero se fortalece en tiempos más cercanos y llega hasta la actualidad con gran variedad de soportes y tipos documentales como volantes, escritos, impresos, afiches y publicaciones. Con apoyo del Programa de Apoyo al Desarrollo de Archivos Iberoamericanos (ADAI) se pudo evaluar y acondicionar toda esta documentación en el año 2009.
La misma campaña de captación fue propicia para concretar la donación de varias cajas de materiales recopilados por Generación 83, un grupo de ex militantes estudiantiles que protagonizó las movilizaciones de 1983, cuando hizo eclosión pública el movimiento de protesta que actuaba de modo más o menos clandestino en la universidad intervenida. Reunido en 2003 con la voluntad de compartir sus memorias, recolectar sus registros y marcar presencia pública, este colectivo logró acopiar un importante acervo, en el que se destacan colecciones completas de varias revistas estudiantiles de la época. Lo acercaron al AGU hace más de una década y desde ese momento quedó totalmente abierto a consulta pública.
Por último, en este panorama somero de la documentación accesible sobre la historia del activismo estudiantil en Uruguay, debemos incluir los varios archivos privados de personalidades destacadas de la Udelar que preservamos en el AGU, dado que muchos fueron también militantes o dirigentes estudiantiles en diferentes épocas. A modo de ejemplo destacamos algunos documentos del ex rector Óscar Maggiolo sobre su militancia anti fascista en la FEUU de los años cuarenta y la profusa documentación del ex rector Roberto Markarian sobre el potente activismo estudiantil de los sesenta.
Desde el AGU mantenemos viva la intención de ampliar el universo de documentación disponible para investigar las diferentes facetas del movimiento estudiantil uruguayo a lo largo de más de un siglo de existencia registrada. Por eso aprovechamos este aniversario de la FEUU para saludar a los militantes de todas las épocas y exhortarlos a hurgar en busca de los documentos que nos ayuden a seguir conociéndolos. Porque no está de más recordar que es prácticamente imposible escribir historias y recrear memorias si no trabajamos para que haya archivos abiertos a las preguntas de las futuras generaciones.